La OIT destaca riesgo de aumento global del desempleo en 2024 y preocupación sobre la pobreza de los trabajadores. USO insta a políticas laborales efectivas ante una recuperación económica aún incompleta

A pesar de que el desempleo y la brecha de empleo cayeron en 2023 por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, el informe de la OIT “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2024”, alerta de que este año se podría elevar la tasa de desempleo mundial del 5,1 % al 5,3 %.

Además, es probable que persista la pobreza de los trabajadores. El número de trabajadores en pobreza extrema aumentó en cerca de un millón en 2023, mientras que el número de trabajadores en situación de pobreza moderada lo hizo en 8,4 millones.

Ante estas perspectivas, USO demanda políticas de empleo efectivas que reduzcan la precariedad y la pobreza laboral, así como frenar la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores.

La recuperación económica y social tras la pandemia sigue siendo incompleta

En 2023 el entorno macroeconómico se deterioró considerablemente. Las autoridades monetarias de las economías avanzadas y emergentes aplicaron la subida más rápida de tipos de interés desde los 80, con importantes repercusiones. En ese contexto, la actividad industrial, la inversión y el comercio mundiales se resintieron por la fuerte desaceleración de las grandes economías emergentes (China, Turquía o Brasil). El crecimiento de las economías avanzadas se redujo casi a la mitad. Ante la fuerte y persistente desviación respecto de los objetivos inflacionistas, según el informe de la OIT, los bancos centrales tenderán a mantener una orientación restrictiva de las condiciones monetarias, al menos hasta finales de 2024. En definitiva, la recuperación económica y social tras la pandemia sigue siendo incompleta y las nuevas vulnerabilidades frenan el progreso de la justicia social.

A pesar de la ralentización económica, el crecimiento mundial en 2023 fue ligeramente superior a lo previsto y el mercado de trabajo se mostró resiliente. Gracias al intenso crecimiento del empleo, tanto la tasa de desempleo como el déficit de empleo han descendido por debajo de los valores anteriores a la pandemia. Sin embargo, la OIT alerta que el promedio de horas trabajadas es todavía inferior a los niveles prepandémicos de 2019 y esto se resiente especialmente en sectores clave de las economías avanzadas y de algunas emergentes. Se eleva la preocupación de que no sea un efecto cíclico, sino estructural.

Pese a la reducción del desempleo y al crecimiento positivo del empleo, los salarios disminuyeron en la mayoría de los países del G20. Esto es porque las subidas salariales no lograron contrarrestar el aumento de la inflación. En 2023, el número de trabajadores que vivían en una situación de pobreza extrema en el mundo, es decir, con ingresos inferiores a 2,15 dólares al día aumentó en casi 1 millón. También la pobreza laboral moderada, que se define como un nivel de ingresos del trabajo inferior a 3,65 dólares diarios, aumentó aunque de forma más acusada aún, con 8,4 millones de trabajadores en 2023. Como aspecto positivo destaca que las tasas de informalidad han recuperado los niveles anteriores a la pandemia, aunque se alcanzó la cifra de 2.000 millones de trabajadores informales debido al crecimiento de la fuerza de trabajo a nivel mundial.

La aceleración del progreso tecnológico pone a prueba la resiliencia del mercado laboral

Por otro lado, el informe de la OIT señala que la aceleración del progreso tecnológico pondrá aún más a prueba la adecuación del mercado de trabajo. En el año 2023 saltaron a la palestra una serie de innovaciones digitales relacionadas con la inteligencia artificial. Este aparente progreso tecnológico no ha mejorado el nivel de vida ni ha impulsado el crecimiento de la productividad. La falta de competencias técnicas y los obstáculos de acceso de nuevas iniciativas de negocio a un mercado dominado por los grandes monopolios digitales han frenado el ritmo de la adopción tecnológica, principalmente en sectores poco productivos y en los países en desarrollo.

En este contexto es previsible que aumenten las desigualdades geográficas, porque un pequeño número de conglomerados empresariales acaparan la mayor parte de las inversiones en el sector digital. A pesar de que muchos países en desarrollo han adoptado políticas dirigidas a fomentar la adopción de la IA, el actual clima de tensiones geopolíticas dificulta la transferencia tecnológica y trunca las estrategias de progreso de estos países hacia una nueva era que les permita beneficiarse de las tecnologías digitales.